El verdadero desafío catalán no es impedir que se celebre el
referéndum, sino lograr que el independentismo, que ya es mayoritario,
se debilite y que los millones de catalanes que hoy odian a España se
sientan a gusto formando parte de esta nación.
La grave de ese problema es que no puede solucionarse con el empleo
de la fuerza, ni con la aplicación de las leyes vigentes. La única
receta eficaz es construir un país distinto y mejor que el actual, una
España realmente democrática, justa, decente y atractiva donde todos nos
sintamos a gusto y de la que formar parte constituya un privilegio.
Si esa es la única receta, el problema de España tiene una enorme
gravedad y un pronóstico realmente pesimista porque ninguno de los
partidos políticos españoles existentes en la actualidad está preparado
para liderar ese avance hacia la dignidad, la justicia y la limpieza.
Uno de los principios básicos de la filosofía universal es que no puede surgir tierra del aire, ni puede fabricarse el oro a partir del agua. Lo que es imposible nunca es posible, del mismo modo que no pueden surgir la democracia, la dignidad y la limpieza de partidos políticos que son esencialmente indignos, corruptos, antidemocráticos e indecentes.
Parece evidente que el referéndum que los independentistas exigen no se celebrará, no sólo porque sea ilegal y contrario a la Constitución, sino porque el gobierno sabe perfectamente que los independentistas, en este momento, lo ganarían.
Todas las soluciones que se están aplicando no revierten la situación del pueblo catalán y sólo son remedios temporales que, en el mejor de los casos, aplazarán el drama.
La actual política que despliega el gobierno, al igual que la que han desarrollado el PSOE y el PP en las últimas décadas, son tan estúpidas y torpes que incrementan el nacionalismo y alimentan el deseo de ser independientes, no sólo en Cataluña, sino en otras muchas regiones y pueblos de España.
Hay en España cientos de miles de ciudadanos indignado a los que les gustaría vivir en un país mas justo y decente, deseosos de construir una España mejor, que también sienten la tentación de escapar de este infierno corrupto construido por socialistas y peperos.
El PP está jugando, frívolamente, al corto plazo, sin pensar seriamente en el futuro. Lo que pretende es parar el actual golpe independentista y desplazar hacia el futuro el drama latente, consiguiendo un efecto de calma y satisfacción en la atemorizada población española, que se traduciría en una mayoría absoluta en las próximas elecciones, que tal vez se adelanten.
El PP, agobiado por su creciente imagen de partido corrupto, necesita una victoria contra el independentismo para fortalecer sus opciones y sabe que los españoles le votarían en masa, si logra frenar el brote independentista con eficacia, a pesar de sus corrupciones, mentiras, incumplimientos, injusticias y abusos de poder.
Sin embargo, aunque el embate actual del independentismo resulte frenado, lo único que se logrará es una prórroga hasta que, dentro de pocos meses o quizás años, un nuevo brote de odio y rencor reaparezca y la furia separatista vuelva a desatarse.
El PP, el PSOE, Podemos y Ciudadanos, al igual que los partidos que impulsan la independencia, saben perfectamente que el verdadero problema no es celebrar o no el referéndum, sino lograr detener el avance constante del independentismo en la sociedad catalana, alimentado no sólo por el odio y el adoctrinamiento que han patrocinado los políticos catalanes, sino por la existencia de una España indecente, injusta, desigual, cobarde y llena de políticos indeseables y cargados de privilegios inmerecidos, una nación nada atractiva y a veces deleznable, construida, piedra sobre piedra por los gobiernos de Suárez, González, Aznar, Zapatero y Rajoy, verdaderos artífices de la miseria actual española y del drama de un país cuyos ciudadanos se sienten relegados, maltratados, expoliados y expulsados.
Uno de los principios básicos de la filosofía universal es que no puede surgir tierra del aire, ni puede fabricarse el oro a partir del agua. Lo que es imposible nunca es posible, del mismo modo que no pueden surgir la democracia, la dignidad y la limpieza de partidos políticos que son esencialmente indignos, corruptos, antidemocráticos e indecentes.
Parece evidente que el referéndum que los independentistas exigen no se celebrará, no sólo porque sea ilegal y contrario a la Constitución, sino porque el gobierno sabe perfectamente que los independentistas, en este momento, lo ganarían.
Todas las soluciones que se están aplicando no revierten la situación del pueblo catalán y sólo son remedios temporales que, en el mejor de los casos, aplazarán el drama.
La actual política que despliega el gobierno, al igual que la que han desarrollado el PSOE y el PP en las últimas décadas, son tan estúpidas y torpes que incrementan el nacionalismo y alimentan el deseo de ser independientes, no sólo en Cataluña, sino en otras muchas regiones y pueblos de España.
Hay en España cientos de miles de ciudadanos indignado a los que les gustaría vivir en un país mas justo y decente, deseosos de construir una España mejor, que también sienten la tentación de escapar de este infierno corrupto construido por socialistas y peperos.
El PP está jugando, frívolamente, al corto plazo, sin pensar seriamente en el futuro. Lo que pretende es parar el actual golpe independentista y desplazar hacia el futuro el drama latente, consiguiendo un efecto de calma y satisfacción en la atemorizada población española, que se traduciría en una mayoría absoluta en las próximas elecciones, que tal vez se adelanten.
El PP, agobiado por su creciente imagen de partido corrupto, necesita una victoria contra el independentismo para fortalecer sus opciones y sabe que los españoles le votarían en masa, si logra frenar el brote independentista con eficacia, a pesar de sus corrupciones, mentiras, incumplimientos, injusticias y abusos de poder.
Sin embargo, aunque el embate actual del independentismo resulte frenado, lo único que se logrará es una prórroga hasta que, dentro de pocos meses o quizás años, un nuevo brote de odio y rencor reaparezca y la furia separatista vuelva a desatarse.
El PP, el PSOE, Podemos y Ciudadanos, al igual que los partidos que impulsan la independencia, saben perfectamente que el verdadero problema no es celebrar o no el referéndum, sino lograr detener el avance constante del independentismo en la sociedad catalana, alimentado no sólo por el odio y el adoctrinamiento que han patrocinado los políticos catalanes, sino por la existencia de una España indecente, injusta, desigual, cobarde y llena de políticos indeseables y cargados de privilegios inmerecidos, una nación nada atractiva y a veces deleznable, construida, piedra sobre piedra por los gobiernos de Suárez, González, Aznar, Zapatero y Rajoy, verdaderos artífices de la miseria actual española y del drama de un país cuyos ciudadanos se sienten relegados, maltratados, expoliados y expulsados.
El único y verdadero reto es construir una España atractiva a la que apetezca pertenecer, pero esa tarea no está al alcance de la actual miserable clase política española.
FRANCISCO RUBIALES en su Blog VOTO EN BLANCO
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