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sábado, 23 de septiembre de 2017

"Lo que está en crisis no es solo Cataluña, sino el sistema político del 78"

El exdecano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Barcelona, Enoch Albertí, lo tiene claro. No solo está en crisis Cataluña, también el sistema político nacido en 1978


 Enoch Alberti. (Universidad de Barcelona)



El catedrático Enoch Albertí (Vilafranca del Penedés, 1958) lo tiene claro. En su opinión, Cataluña es el exponente más evidente de un problema de mayor enjundia: la crisis del sistema político nacido con la Constitución de 1978. Y lo compara con lo que sucedió en España al final de la Restauración, cuando la Constitución de 1876 quedó completamente obsoleta por la incapacidad del régimen alfonsino de ponerla al día, lo que al final despertó los viejos fantasmas que hasta entonces estaban ocultos. Lo que Ortega denominó la rebelión de las masas.

Hoy, en su opinión, sucede algo parecido, pero con una particularidad. El Partido Popular puede gobernar España sin Cataluña, donde es políticamente irrelevante, lo cual genera problemas adicionales. Al Partido Socialista, por el contrario, le sucede justamente lo opuesto: es consciente de que sin Cataluña no puede gobernar en España.

“Estamos ante una crisis constitucional que no solo afecta al sistema territorial. El sistema de representación también está en crisis, como los partidos tradicionales. Es decir, hay elementos adicionales a la crisis territorial del Estado provocada por el soberanismo catalán”, sostiene desde su despacho en el departamento de Derecho Constitucional de la Universidad de Barcelona.



Su reflexión está llena de matices y destaca un momento político especialmente trascendente. “Hasta la nueva oleada de estatutos de autonomía, se buscó la vía constitucional. Y de hecho, la reforma del Estatut se hizo dentro del marco constitucional, aunque con una lectura diferente. Pero dentro de los márgenes constitucionales”. Y en concreto, recuerda, “se elaboró un nuevo Estatut, se aprobó en el Parlamento catalán, se aprobó en las Cortes, se sometió a referéndum y también se aprobó ampliamente". "Y al final”, destaca, “tras cuatro años, el Tribunal Constitucional lo rechazó con presiones, algunas de ellas muy raras”.

Aquí está el origen más reciente del problema, en su opinión. Para el exdecano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Barcelona, “lo importante de aquella sentencia de 2010 es que se negó la renovación del pacto constitucional”. Por el contrario, “el TC declaró que el Estatut no vinculaba al Estado, y eso fue lo grave. Eso significaba que el Estatut no tenía validez jurídica, y al cargarse el Estatut, lo que en realidad cayó fue el pacto constitucional”. Remacha la idea: “Si hoy existiera ese Estatut, hoy se estaría discutiendo la letra pequeña, los conflictos normales con el Estado, no la letra grande, como se hace ahora”. Es decir, la independencia, asegura Albertí.

El jurista recuerda que “el modelo territorial se ha ido desarrollando durante años”, y hasta un determinado momento “se pudieron resolver los problemas”, algo que no se hizo al inicio del actual conflicto. “Lo que ha fallado”, insiste, “es una actualización del pacto constitucional”. Y ahí está, apunta con intención, el papel del Senado, “completamente inservible, lo que ha generado enormes disfunciones”.

Propuestas políticas


¿Cuál es la salida? Albertí considera que “una crisis constitucional solo se soluciona con propuestas políticas”. Y recuerda que Cataluña siempre ha sido desencadenante de las crisis en España, ya desde el siglo XIX. “Es un proceso muy parecido al de la Restauración", insiste, "cuando la Constitución de 1876 quedó desbordada, el sistema político también entró en crisis”.



En su opinión, son necesarias propuestas políticas por parte de quien debe aplicarlas, que no es otro que el Gobierno de la nación. Y por eso, recuerda, “Puigdemont se negó a ir a Madrid como antes lo había hecho Ibarretxte, porque sabía que no había posibilidad alguna de que se discutiera una propuesta”.

Para Albertí, lo que es singular es que el Partido Popular puede gobernar con mayoría absoluta en España y al tiempo ser irrelevante en Cataluña. Ese es un problema gravísimo”, sostiene, “porque no necesita los votos de Cataluña, al contrario de lo que le sucede al Partido Socialista". En su opinión, “está acreditado que el tema catalán otorga réditos en otras partes de España”, y por eso es escéptico sobre la llegada de nuevas ideas: “Hasta que el PP no haga una propuesta para rehacer el pacto constitucional, no hay nada que hacer”, asegura con cierta pesadumbre.



La única salida que encuentra al conflicto es bajar del carro independentista a muchos catalanes que se han subido a él por múltiples causas, hasta el punto de que ven la secesión como única salida. Pero lo cierto, sostiene, es que “solo alrededor del 20% lo son, aunque en estos momentos un mínimo del 48% apoya la independencia”. En su opinión, “ante una propuesta razonable, muchos ciudadanos podrían desengancharse del proceso. Es evidente que ello tendría un coste político, pero eso también sucedió en la Transición, cuando había dos bloques, uno apoyando la reforma y otro la ruptura, y al final se llegó a un camino intermedio”.

Ahora bien, de lo que está convencido es que la salida pasa por “más autogobierno, pero con garantías”, lo que no quiere decir que “siempre vaya a quedar un reducto de independentismo y otro que querrá volver a una España más centralista”.

“Lo que no puede ser es que una mayor parte del Parlamento de Cataluña esté fuera de la Constitución. Hay que rehacer el pacto constitucional”, remarca, no sin escepticismo.



                                                                              CARLOS SÁNCHEZ  Vía EL CONFIDENCIAL 

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