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viernes, 22 de septiembre de 2017
La vieja izquierda sale del armario contra el 1-O: "Unidad con los trabajadores de España"
Un manifiesto de históricos
izquierdistas clama contra el 1-O. "España es una democracia aunque le
pese a más de uno". El procés ha terminado por dinamitar la izquierda
catalana
Foto: R. M.
Después de mucho tiempo dispersos, callados, arrollados por la
izquierda independentista, han vuelto a juntarse. Quizá solo por unas
horas, pero el jueves por la noche en Barcelona, un millar de históricos
sindicalistas, antiguos miembros del PSUC, socialistas —había mucho cargo del PSC— y otras razas de la izquierda se unieron para oponerse al referéndum
de independencia. Lo hicieron en la presentación de un manifiesto
contra el soberanismo y con la escenografía de la izquierda más clásica:
canciones de Paco Ibáñez, menciones a Machado y alguna bandera
republicana. "Decimos claramente y con fuerza no a la independencia de
Cataluña y al 1-O. Decir no es decir sí a la unidad de los trabajadores
con los del resto de España", clamó Josep Maria Rañé, histórico de UGT, concejal del PSC y consejero de Trabajo con Maragall.
Rañé es uno de los impulsores del manifiesto 21-S,
en el que figuras reconocidas de la izquierda se oponen al referéndum.
Su lugar ahora en la izquierda catalana es minoritario y puede que solo
se representen a sí mismos. ERC
es el líder en las encuestas y los sindicatos han abrazado el
independentismo. El pasado miércoles, cuando comenzaron las protestas en
Barcelona, hubo una imagen significativa. En la plaza Sant Jaume estaba
reunido el Govern, y unos cuantos independentistas les mostraban su
apoyo. Hasta que una columna organizada de sindicalistas de Comisiones
Obreras irrumpió con banderas catalanas
con el logotipo del sindicato. Su sede está muy cerca y protestaban
sobre todo contra las detenciones, pero su sintonía con el procés es
innegable. UGT es más independentista. Su secretario general en
Cataluña, Camil Ros, fue antes líder de las juventudes de ERC. El sindicato no ha retirado a Jordi Pujol la insignia de oro que le concedió.
Otros
sindicalistas contrarios a la independencia han sido apartados poco a
poco. Muchos de ellos estaban en el acto del manifiesto, como José Luis López Bulla, que ayer lo presentó: "Venimos a alzar la voz contra la independencia y el 1-O". López Bulla leyó un mensaje de apoyo de Antonio Gutiérrez y Nicolás Sartorius, entre otros: "Nos oponemos a que nos separen. Nos unen demasiadas luchas".
Entonces
comenzó la emoción. Distintos oradores fueron defendiendo la lucha
obrera sin distinción de fronteras. Era un discurso quizá de otra época,
pero efectivo en ese público, gente que en su mayoría ha vivido —y
sufrido— el franquismo. "Tenemos una historia común que nos une y nos
hermana, desde la República hasta la lucha contra el franquismo".
"Necesitamos unidad para que se derogue la reforma laboral". "Los
problemas de un trabajador en Vic son los mismos que los de uno de
Soria, nada le une a un rentista del paseo de Gracia". "Estamos orgullosos de ser la generación del régimen del 78, el que ha construido el Estado del bienestar y
que dio salida a los problemas territoriales durante 40 años. Estos 40
años han sido los mejores para Cataluña en los últimos 300". "Se cambia
un convenio colectivo por otro, no se rompe unilateralmente. Un pacto se
cambia por otro pacto".
La sala aplaudía constantemente. El expresidente de la Generalitat José Montilla estaba en primera fila junto a Miquel Iceta. No eran los únicos socialistas. También acudieron el diputadoManuel Cruz, el exsecretario del PSC Pere Navarro y la exdiputada Anna Balletbò. El PSC se encuentra en una encrucijada diabólica, oponiéndose al 'procés', pero desligándose de Rajoy y con sus alcaldes sufriendo la presión
de algunos vecinos por no colaborar en el referéndum. Ayer estaban en
territorio amigo. Al final del acto, cuando se entonó 'La
Internacional', Iceta lo hizo con el puño en alto y Montilla con las
manos en el regazo. Antes del acto, Rañé sonreía al escuchar la pregunta
de si temían que les llamaran fachas: "No creo que nadie se atreva a
decir eso de los que estamos aquí".
Los
autores del manifiesto criticaron duramente los recortes del Gobierno
del PP, pero nunca llegaron a las descalificaciones de los
independentistas y defendieron la Constitución. "El no al 1-O es un sí a
la democracia. España es una democracia aunque le pese a más de uno", dijo Rañé, que añadió: "En 1978, Cataluña ya se autodeterminó, decidió cuál era su relación con España".
Los
mensajes contra el independentismo -en un discurso que tan pronto era
en catalán como en castellano- fueron subiendo la temperatura. José Luis Atienza resumió la situación del colectivo: "Somos
muchos y estamos todos solos". Citó a Gabriel Celaya y luego cargó
contra el independentismo dominante. "Basta de ser patriotas en el
minuto 17:14 en el campo de fútbol y olvidarnos de la derrota en el
minuto 19:39, cuando compartimos la patria y la derrota". Parecía como
si, de golpe, esta izquierda quisiese decir en alto cosas que llevaba
tiempo musitando y que ahora ya apenas suenan propias de progresistas
(al menos en Cataluña): "TV3 ha creado la ficción de que Cataluña es
monolingüe".
Manifiesto 21S por la unidad y la solidaridad
Este es el texto del manifiesto 21S.
Las
personas firmantes de este manifiesto hacemos un llamamiento a la
sociedad catalana desde el mundo del trabajo de Catalunya ante la
situación a la que nos han llevado el Gobierno de España y el Govern de
Catalunya, con políticas que se alimentan mutuamente y que han
desplazado del eje del debate social los problemas fundamentales de las
condiciones de trabajo y de vida, de las formas de desarrollo económico y
social necesarias para garantizar el progreso presente y futuro.
La
independencia de Catalunya debilitaría gravemente la cohesión y la
fuerza de la clase trabajadora en un momento histórico decisivo, con los
desafíos de fondo de cómo revertir y superar los impactos brutales de
la crisis, de las reformas laborales, de la desigualdad social cada vez
más aguda, de la hegemonía de un capitalismo improductivo y
especulativo, de la amenaza estructural sobre el Estado de Bienestar.
Crearía una situación en Catalunya que podría comprometer la integración
social actual, conseguida a lo largo de muchos años y de muchas luchas
desarrolladas conjuntamente y podría crear graves problemas a la
relación de Catalunya con el resto de España.
Comprometería
también el desafío de culminar el proyecto histórico de Unión Europea
con la Europa Social, Solidaria y Federal, de enfrentar los retos
formidables de los procesos en curso de robotización y digitalización
con garantías de éxito para el Trabajo y la Cohesión Social. Debilitaría
la lucha necesaria para reconducir el debate y la acción sindical y
sociopolítica al terreno de los problemas reales y apremiantes para
millones de ciudadanos y ciudadanas especialmente golpeados por la
crisis y por la gestión de la misma por los sectores políticos y
sociales dominantes: el desempleo, la precariedad y los salarios de
pobreza, la corrupción y la evasión fiscal, el deterioro de servicios y
bienes sociales imprescindibles como la vivienda, la educación, la
sanidad, la dependencia, la crisis alimentaria y energética, … Sólo
planteando la respuesta a esta problemática desde los intereses y
reivindicaciones de la clase trabajadora podremos abordar adecuadamente
el necesario proyecto de futuro español de convivencia.
Este
pronunciamiento lo hacemos profundamente convencidos de los estrechos
lazos de clase trabajadora de Catalunya con la del conjunto de España,
lazos que resultan tanto de la propia composición de la primera, con
migraciones desde el conjunto del Estado, como de la historia común en
la que, por remitirnos sólo al último siglo, hemos luchado juntos en
defensa de la República frente al golpe fascista del 18 de julio de
1936, por las libertades contra la dictadura franquista, por la
construcción de la democracia y la dignidad del trabajo en fábricas,
talleres y oficinas, en la industria, los servicios y el campo.
La
identidad de clase así construida frente a la política de la derecha
española aliada con la derecha nacionalista catalana, nos posibilita y
exige hacer frente a proyectos identitarios de división. Sabemos,
además, porque lo hemos experimentado demasiadas veces, cómo la división
nos debilita y preside nuestras derrotas de clase.
Estamos
convencidos de que es preciso salir de la actual confusión mediante un
procedimiento con plenas garantías democráticas que supere el actual
bloqueo y permita actualizar nuestro ordenamiento jurídico acometiendo
reformas estructurales, territoriales y de distribución de competencias
que satisfagan las aspiraciones y deseos legítimos de la ciudadanía. Y
al mismo tiempo y con ello proseguir juntos las próximas batallas por un
proyecto común de progreso de todos los ciudadanos españoles,
integradas en la más global por una Europa y un mundo sostenibles. Es
éste un escenario en el que la fragmentación de España sólo nos
debilitaría. Consideramos que es necesario un efectivo proceso
democrático de participación también en la negociación de las
consecuencias sociales, políticas y eventualmente legislativas de su
resultado, evitando toda tentación de unilateralidad. Una negociación en
la que consideramos necesario que se exprese de nuevo la unidad y
solidaridad de la clase trabajadora del conjunto de España.
Sabemos
que hay diversidad de ideas acerca de cómo intervenir en ese proceso
democrático: unos, defendiendo la consulta; otros por otros medios,
también constitucionales. En todo caso, ahora lo fundamental es la
unidad en esa diversidad en torno a nuestro común rechazo de la
independencia y del 1-O.
Por todo ello nuestro pronunciamiento para
desbloquear la crisis política provocada en Catalunya va acompañado de
la convicción de que hay que volver a situar, en el eje de la acción
social y política, propuestas de acción colectiva para acabar con
políticas que amparan la corrupción en Catalunya y en toda España, para
la profundización de los derechos civiles, para la dignidad del trabajo,
y, en la inmediatez, para que la salida de la crisis sea verdad para
toda la ciudadanía. Para avanzar en conquistas sociales y democráticas.
"El
futuro lo construimos con los trabajadores de Andalucía y Extremadura.
La huelga del 14-D la hicimos con ellos", proclamó la exsecretaria del
textil de la UGT de Cataluña y exdiputada socialista Isabel López,
que acusó a los sindicatos de pelear por el independentismo en vez de
luchar por un salario mínimo europeo. Esta pidió parar la situación de
división en Cataluña entre nacionalistas y no nacionalistas antes de que
llegue a los niveles que vivió el País Vasco. Esta insistió en que si
el partido de Puigdemont pedía respeto al Constitucional cuando avaló la
reforma laboral, ahora ellos tenían que respetarlo y suspender el
referéndum.
"El no al 1-O es un sí a la democracia. España es una democracia aunque le pese a más de uno"
Los
asistentes salían encantados de volverse a ver. "Lo único bueno del
procés es que retomamos el contacto". Si acaso alguien lamentaba no
haber hecho esto antes. Luis Romero Huertes, nacido en
Alcalá la Real (Jaén), paseaba sus 87 años de historia de lucha
antifranquista por la sala apoyado en un bastón. Militante del PCE en
Córdoba, cuenta que fue arrestado en 1960 por exigir mejoras para los
jornaleros y que unos años después llegó a Barcelona, donde ingresó en el PSUC. Explica que no quiere hablar mal de ERC ni de la
CUP, pero cuenta lo que les dice a los "compañeros" que tiene allí: "Esto no es la lucha obrera. Estáis dejando gobernar a la derecha catalana.
Como el PNV es la derecha vasca. La derecha catalana no es mejor que la
española". En la calle, a solo unos metros de allá, jóvenes con sus
niños y aspecto progresista protagonizaban una de las caceroladas que se
repiten estos días por Barcelona a favor del referéndum. Parecían muy
lejos de este discurso. El 1-O ha terminado por dinamitar la izquierda
en Cataluña en mil pedazos.
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