Translate

martes, 12 de septiembre de 2017

El Papa afirma, “no veo Schumann, no veo Adenauer” en Europa

El primer papa jesuita y no europeo de la Iglesia católica explica sus reservas sobre la globalización y la responsabilidad de Occidente en un libro-entrevista



“Sabe como se suicida un argentino? Se sube a la cima de su ego y se tira desde allí arriba”, le espeta el papa Francisco al sociólogo francés Dominique Wolton. La conversación discurre sobre la identidad argentina del primer papa jesuita y no europeo de la Iglesia Católica. En Europa el Papa no ve el espíritu de sus padres fundadores, “no veo Schumann, no veo Adenauer”, dice. “Europa, cierra, cierra, cierra”, “más tentada de dominar espacios que de crear procesos de inclusión y transformación”, como dijo el año pasado al recibir el premio Carlomagno en el Vaticano. Ve en la miseria, la falta de trabajo y la guerra el motivo de tanta emigración.

“Falta trabajo porque fueron explotados, pienso en África”, dice. “No sé si puede decirse, pero ciertas colonizaciones europeas…”, aventura. ¿Emigración?: “Jesús fue un refugiado, un emigrante”, “Europa fue creada por los lombardos y otros bárbaros”.

Se habla de la cultura e identidad europeas de los argentinos en un continente mestizo. “Por eso somos tan orgullosos”, dice, y suelta el chiste. Y luego otro que le concierne: “Mire si es humilde este papa que aunque es argentino ha escogido llamarse Francisco y no Jesús II”. “Así somos”, dice Bergoglio, de 76 años de edad, antes de lanzarse al tercero: “¿Sabe cual es el mejor negocio?: Comprar un argentino por su valor y revenderlo al precio que él cree valer…”.

Muchas risas y sintonías en el libro de 400 páginas (Pape François. Politique et société) que acaba de publicar en París Wolton, un experto en comunicación, laico, diez años más joven que el papa, que presenta la obra como “el primer libro del papa Francisco sobre su visión de la política y de la sociedad”.

Naturalmente, no es la primera entrevista sobre estos aspectos que el Papa concede, pero sí la más completa: reúne doce entrevistas realizadas a lo largo de un año para hablar de guerra y paz, religión y política, laicidad, familia, moral y costumbres. La principal constatación es la de que Bergoglio (nacido en Buenos Aires en 1936) es un Papa al que le gusta hablar.

“Cuando era estudiante, un viejo jesuita me dio este consejo: “Si quieres ascender, piensa claramente y habla oscuro”. “Me esforcé en lo contrario: hablar claramente”, dice el Papa. “Odio la hipocresía, si no puedo decir algo, no lo digo pero no hago hipocresía que es algo que me subleva”, explica.

Un hombre accesible y corriente, muy sensible a lo social, que dice que “la economía liberal de mercado es una locura”, que reprocha a Occidente sembrar el caos y la guerra en el mundo (“nosotros provocamos el caos, ¿quién pone las armas, quién hace la guerra?”), que define su defecto personal como “cierta tendencia a lo fácil y a la pereza”, que dice no tener miedo a nada, aunque confiesa temer a los periodistas: “Cuando me subo al avión con ellos tengo la impresión de bajar al foso de los leones”. Critica la desinformación como principal “escollo” de los periodistas de hoy; “dicen únicamente una parte de las cosas, lo que les conviene, llevan al lector a juicios erróneos sobre la realidad porque solo le proporcionan la mitad de los hechos”, explica, confesando que dejó de ver la tele en los años noventa.

Al mismo tiempo, este hombre franco y hablador se muestra bastante reservado en temas espinosos, como su opinión sobre la teología de la liberación (solo habla de “los pecados de estas teologías ideológicas que tienen mucha ingenuidad”, “el peor pecado es el orgullo, el orgullo de los ángeles”, dice), o los crímenes de la Iglesia:

– ¿Por qué la iglesia es más severa con los católicos de izquierda, los curas obreros, la teología de la liberación, que con los católicos de derecha, la congregación de San Pío X y muchas veces con las dictaduras?– le pregunta Wolton.

– Puede que sea porque la izquierda busca siempre nuevas vías, en cambio cuando se mantiene el estatus quo, cuando se practica la rigidez, eso no constituye amenaza, así permite vivir tranquilamente. (…) La Iglesia se ha identificado muchas veces con los fariseos y no con los pecadores. La iglesia de los pobres, de los pecadores…

– Sí, pero eso es el evangelio, pero luego está la iglesia-institución…

– Están los pecados de los dirigentes de la Iglesia, faltos de inteligencia o que se dejan manipular. Pero la Iglesia no son los obispos, los papas, los curas. La iglesia es el pueblo.

– ¿Qué responde a quienes subrayan continuamente las exacciones y crímenes de la Iglesia durante siglos?

– ¿Cuando la Iglesia dejó de ser servidora para ser patrona?

– Si, eso duró mucho tiempo…

– Sí, pero es una cultura de la época. La Iglesia ha perdido esa cultura.

– ¿El contexto histórico basta como explicación? –insiste el entrevistador, pero Bergoglio no entra y se va por las ramas…

Definido por su entrevistador como “socialmente un poco franciscano, intelectualmente un poco dominico y políticamente un poco jesuita”, este Papa “es más querido por los laicos y los ateos que por los católicos”, dice Wolton. “Usted es el último comunista de Europa”, le dice sin conseguir espantarle. Al revés, responde el papa Francisco, “los comunistas son los cristianos, son los otros quienes nos robaron nuestra bandera”.

Oriente Medio es una espina: “Occidente quiso exportar un modelo democrático en un país que tenía otro, diciendo ‘es una dictadura’, pero era una dictadura con un sistema de acuerdos porque se trataba de tribus que no podían ser gobernados más que de aquella manera. Libia es lo mismo: incluso si Gadafi no era San Agustín, hoy los libios se preguntan, ‘¿porqué los occidentales vinieron a decirnos lo que debe ser una democracia? Teníamos un Gadafi, ahora tenemos cincuenta’. En Oriente Medio la responsabilidad es de Occidente”.

El Papa se declara cauto con los partidos políticos “sólo para cristianos o para católicos”. “Eso conduce siempre al fracaso”, dice. Elogia a Francia por ser uno de los raros países europeos con una política familiar, pero no oculta su hostilidad a la aplicación de la laicidad en Francia. “El Estado laico es algo sano –dice–, pero creo que en ciertos países como Francia esa laicidad tiene un tinte heredado de la Ilustración demasiado fuerte que construye un imaginario colectivo en el cual las religiones son vistas como subcultura. Francia debería elevar un poco el nivel de la laicidad en el sentido de que dijera que las religiones también forman parte de la cultura (…) En la tradición francesa la Ilustración pesa demasiado (…) ¿Qué quiere decir un estado laico abierto a la trascendencia, que las religiones forman parte de la cultura, que no son subculturas. Cuando se dice que no hay que llevar cruces visibles o que las mujeres no deben llevar esto o aquello es una tontería porque ambas actitudes representan una cultura (…) Hay exageraciones, especialmente cuando la laicidad se coloca por encima de las religiones”.

“Diría que es más bien de derechas por su formación con los jesuitas argentinos pero que su proximidad con los pobres le radicalizó hacia la izquierda, está escandalizado por las desigualdades Norte/Sur”, dice Wolton, caracterizando a su entrevistado cuya personalidad le fascina.



                                                                         FORUMLIBERTAS.COM  Vía FORUM LIBERTAS

No hay comentarios:

Publicar un comentario