Puigdemont y Junqueras firman la convocatoria del referéndum.
Efe
Madrugada de leyes rotas en Cataluña. En busca de una realidad paralela con la que derribar la Constitución.
Cuando se habla de golpe de Estado, el imaginario español esboza, a modo de palanca,
julio de 1936 y el
23 de febrero de 1981.
Con sus fusiles, sus brazos en alto, su Tejero... y el ejército como
actor imprescindible de la puñalada mortal al régimen legalmente
establecido. Pero también hubo golpes, antes que ese, fraguados
alrededor de una mesa y consumados en cámaras legislativas. Así lo
explican los catedráticos y juristas consultados a continuación.
A mediados del siglo XVII, el bibliotecario Gabriel Naudé,
definió así un golpe de Estado: “Acciones osadas y extraordinarias que
los príncipes están obligados a realizar en los negocios difíciles,
contra el derecho común, sin guardar siquiera algún procedimiento de
formalidad o justicia, arriesgando el interés particular por el bien
público”.
Un siglo después, llegaría en Francia
el 18 de brumario.
Napoleón -eso sí, con el ejército de su lado, aunque sin ponerlo en
marcha- secuestró la Asamblea y la obligó a preparar su propia reforma,
que fulminaría el sistema reinante. Este ejemplo lo utilizaría
Curzio Malaparte en su
Técnicas de golpe de Estado para afianzar una nueva categoría, la del golpe de Estado “moderno”, aquel que no emplea la fuerza militar para derribar una
Constitución. Ocurrió en Francia en noviembre de 1799, cuando una parte del parlamento decretó la expulsión de la otra. Igual que en Cataluña.
"El golpe de Estado continuo"
“¡Claro que esto es un golpe de Estado!”, señala el catedrático de Derecho Constitucional Jorge de Esteban,
justo después de mencionar las referencias antes citadas. “Yo añadiría
la coletilla 'permanente' porque esto empezó con la presidencia de Jordi
Pujol”. De Esteban considera la madrugada de este miércoles como una
secuencia más de un golpe de Estado “continuo”. “Cojo la idea del título
de aquel libro de Mitterrand contra De Gaulle, Le coup d'etat permanent”.
“Veremos cómo acaba, pero este no es el último peldaño de la
escalera. Lo lamentable es que el Gobierno no hace nada para detener a
esta gente”, apunta. Manuel Pulido,
profesor también de esta disciplina en la Universidad de Navarra,
reafirma: “Es evidente… Rompen el orden constitucional de forma
manifiesta y, si se consuma el referéndum, consolidarán ese golpe al
Estado de Derecho”.
Enrique Arnaldo, exvocal del CGPJ, paladea
la expresión: “Golpe de Estado… dudo con la proposición. ¿'De' o 'al'?
No lo tengo claro. En definitiva, se trata de un acto de subversión
institucional. Marginan la legalidad para crear otra paralela”.
Un matiz importante: en Cataluña, como ocurrió en España con el inicio de la dictadura de Primo de Rivera en 1923, un actor interno auspicia el golpe al Estado. Alfonso XIII consintió entonces el machetazo del capitán general de Cataluña, tal y como hizo Víctor Manuel II en Italia con Mussolini y su marcha sobre Roma. En este caso, la Generalitat no ha contado con el apoyo de ningún otro estamento del Estado de Derecho.
"Visten el golpe de choque de legitimidades"
“
El Gobierno de Puigdemont rompe con la Constitución a
través de un conjunto de medidas ilegales que trata de envolver en una
especie de legalidad”, arguye Pulido. “Se ha manoseado tanto Madrid y se
ha afianzado tanto aquello del 'España nos roba' que el caldo de
cultivo existente permite a muchos aceptar esa Cataluña cometa sin
universo”. Este catedrático sitúa el origen del golpe al Estado en el
afán de los nacionalistas por revestir el referéndum como un “choque de
legitimidades”.
“Afortunadamente, no ha habido ningún conato de
violencia pero, ¿quién puede asegurar que no vaya a haberlo?”.
En relación a los posibles enfrentamientos entre policía y
manifestantes en una hipotética retirada de urnas, Jorge de Esteban se
muestra pesimista: “Una rebelión masiva en los colegios electorales sólo podría abortarse con las Fuerzas de Seguridad.
Lo he dicho en varias ocasiones, deberá decretarse entonces el Estado
de Excepción”. Si Cataluña culmina lo que él considera un golpe de
Estado, “España se vendrá abajo porque también querrán Valencia y
Baleares; y el País Vasco, lo suyo”.
Arnaldo acude al último golpe de Estado en Cataluña, el de
1934, para trazar similitudes y diferencias: “El de hoy también es un
acto revolucionario, en pocas palabras, separarse de la legalidad para
crear otra distinta. Ahora, el Gobierno dispone de muchas armas
jurídicas para neutralizar a la Generalitat. En 1934, no hubo más
remedio que declarar el Estado de guerra”.
A falta de veinte días para el 1 de octubre, no se esperan
consejeros de la Generalitat huyendo por las alcantarillas ni ejércitos
bombardeando Barcelona. Por eso, coinciden estos juristas con Malaparte,
Cataluña sufre un golpe de Estado moderno, sin la fuerza militar como
ingrediente imprescindible.
DANIEL RAMÍREZ Vía EL ESPAÑOL
Anna Satorra Sansano
ResponderEliminarAnna Satorra Sansano presidenta del PDECAT de Sant Andreu de Barcelona apoya a Puigdemont y los otros ggolpistas todavía en las redes sociales, de forma descarada, y eso es un ejemplo de que el GOLPE DE ESTADO sigue sin desarticularse como comentó José María Aznar esta semana. Si no esta individua estaría dándole la espalda a los responsables de la Rebelión Golpista y preocupándose de los ciudadanos de Barcelona.
GOLPISTAS A LA CÁRCEL.
PUIGDEMONT, COBARDE, QUE HUISTE TRAS SUSPENDER POR MIEDO LA REPUBLICA MÁS CORTA DE LA HISTORIA, REGRESA A ESPAÑA, TU PAÍS, Y DA LA CARA ANTE LA JUSTICIA.
VIVA EL REY DE ESPAÑA Y LA UNIDAD DE LA INDISOLUBLE NACIÓN ESPAÑOLA