Puede parecer una contradicción, pero no
lo es. Ahora bien, sí que es cierto que hoy somos pocos los jóvenes
practicantes, una observación atípica, al menos en Catalunya y España.
En otros países la situación es muy distinta, de hecho, la mayor parte
de la población mundial, incluido los jóvenes, son religiosos, pero
ahora yo quiero centrarme en la realidad en la que vivimos que es
Catalunya y España.
No eres el único
que me ha comentado aquello de que yo era el primer joven católico que
conocías. Una afirmación que me convierte seguramente en tu único
referente, posiblemente junto a tus abuelos, como testimonios vivos de
la fe cristiana. Pero tienes que saber que, aunque yo me esforzaré para
ser reflejo de Jesús, nunca lo conseguiré y, como todos, haré cosas mal,
porque la Iglesia está formada de hombres y no de ángeles.
Con
los años, las risas y bromas que se generan alrededor de mi fe me han
ayudado a encajarlas mucho mejor y hasta alguna vez me he permitido
seguir el juego, aunque otras veces sí que ha sido necesario decir
basta.
En este sentido, el hecho de ser católico
me ha permitido desarrollar mucho la dialéctica. ¿El motivo? Pues que
cuando quedo con vosotros u otros amigos, no es raro que me preguntéis
sobre mi opinión en algún tema, sobre todo relacionado con el amor y el
sexo (no sé por qué será 😉). Me gusta una vez explicado el porqué de
algún tema, preguntarte qué piensas precisamente sobre lo que me acabas
de preguntar. Siempre es interesante conocer la opinión del otro y es
precisamente en el diálogo que la Iglesia siempre insiste. Nunca se debe
imponer, si no presentar y exponer.
Pienso
que vivo la fe con naturalidad, me veo contigo o con el otro,
independientemente de si crees o no; voy al cine, al gimnasio y al bar.
Ahora bien, también es cierto que cuando uno es católico uno enfoca la
vida de una forma seguramente un poco distinta.
Para
empezar, yo creo que existe Dios, un Dios que todo lo sabe, que es
Señor, pero también Padre, y Él es un Padre misericordioso que, a través
de la revelación, que se encuentra en la Biblia a la luz de Jesús y su
resurrección, nos marca las pautas para ser felices en esta vida. Unas
pautas que seguramente hoy más que nunca parece que entran en
contradicción con el modelo consumista actual.
A
primera vista, el modelo de vida que nos propone mayoritariamente la
sociedad actual seguramente es el más atractivo. Yo hago lo que me
apetece, esto es lo que me hace feliz y por eso está bien, soy libre.
Pero en mi opinión esta forma de vida es meramente instrumental, no
busca el idealismo en la vida, esos grandes objetivos que van más allá
del yo. La solidaridad, la paz, el amor incondicional, etc.
Y
precisamente este modelo de vida es el que propone Jesucristo a través
de su vida misma y sus enseñanzas. El llegar a ser como Él en vida, es
decir, amar a todo al mundo como a uno mismo y esto sin duda que ¡no es
nada fácil! ¡Por supuesto que no lo es! Pero aquí es donde entra
precisamente en juego el amor de Cristo y la propia Iglesia creada por
Él mismo.
Todos cometemos errores a lo
largo de este camino de amor hacia al hermano y por lo tanto a Dios. Sin
Su ayuda es simplemente imposible. Y un buen ejemplo son los Santos,
quienes llevaron vidas que guiados por el amor hacía Él fueron capaces
de aproximarse a aquello que nos pide Jesús. ¿Quién no ha oído hablar de
San Francisco de Asís o de Santa Teresa de Calcuta? Te animo a que leas
las vidas de estos extraordinarios hombres y mujeres que vivieron como
nosotros en este mundo.
Que alegría saber que en esta vida mi objetivo es amar a Cristo, por lo tanto, amar a mis hermanos y así poder ser feliz! No es increíble que mi felicidad sea totalmente inclusiva junto a ti, que no exclusiva solo para mí.
No
quiero olvidarme de que nuestra sociedad bebe de muchas corrientes e
influencias distintas, pero es evidente que el cristianismo ha sido un
actor central en la construcción y modelaje de nuestra comunidad. Que
increíble es rezar en aquellas pequeñas ermitas construidas hace más de
1000 años por nuestros antepasados, que increíble es celebrar el
significado real de la Navidad, la venida al mundo del Salvador, y que
emocionante es observar y vivir tanta cultura, tradiciones y arte que
surgen de la religiosidad popular. Y para ello, amigo, no es necesario
creer, pero sí conocer.
Hermano, no te
dejes llevar por los tópicos que existen hoy sobre la Iglesia y los
cristianos, sino que pregunta sobre todo aquello que para ti no tiene
sentido. Todo en la religión católica tiene una razón de ser y una cosa
es clara, Jesús no vino a fastidiar a nadie sino a salvarnos ¡sé libre!
¡No tengas miedo de conocer!
MARC MIRÓ i ESCOLA Vía FORUM LIBERTAS
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