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jueves, 21 de septiembre de 2017

QUERIDO AMIGO. TENGO 23 AÑOS Y SOY CATÓLICO


Puede parecer una contradicción, pero no lo es. Ahora bien, sí que es cierto que hoy somos pocos los jóvenes practicantes, una observación atípica, al menos en Catalunya y España. En otros países la situación es muy distinta, de hecho, la mayor parte de la población mundial, incluido los jóvenes, son religiosos, pero ahora yo quiero centrarme en la realidad en la que vivimos que es Catalunya y España.

No eres el único que me ha comentado aquello de que yo era el primer joven católico que conocías. Una afirmación que me convierte seguramente en tu único referente, posiblemente junto a tus abuelos, como testimonios vivos de la fe cristiana. Pero tienes que saber que, aunque yo me esforzaré para ser reflejo de Jesús, nunca lo conseguiré y, como todos, haré cosas mal, porque la Iglesia está formada de hombres y no de ángeles.

Con los años, las risas y bromas que se generan alrededor de mi fe me han ayudado a encajarlas mucho mejor y hasta alguna vez me he permitido seguir el juego, aunque otras veces sí que ha sido necesario decir basta.

En este sentido, el hecho de ser católico me ha permitido desarrollar mucho la dialéctica. ¿El motivo? Pues que cuando quedo con vosotros u otros amigos, no es raro que me preguntéis sobre mi opinión en algún tema, sobre todo relacionado con el amor y el sexo (no sé por qué será 😉). Me gusta una vez explicado el porqué de algún tema, preguntarte qué piensas precisamente sobre lo que me acabas de preguntar. Siempre es interesante conocer la opinión del otro y es precisamente en el diálogo que la Iglesia siempre insiste. Nunca se debe imponer, si no presentar y exponer.

Pienso que vivo la fe con naturalidad, me veo contigo o con el otro, independientemente de si crees o no; voy al cine, al gimnasio y al bar. Ahora bien, también es cierto que cuando uno es católico uno enfoca la vida de una forma seguramente un poco distinta.

Para empezar, yo creo que existe Dios, un Dios que todo lo sabe, que es Señor, pero también Padre, y Él es un Padre misericordioso que, a través de la revelación, que se encuentra en la Biblia a la luz de Jesús y su resurrección, nos marca las pautas para ser felices en esta vida. Unas pautas que seguramente hoy más que nunca parece que entran en contradicción con el modelo consumista actual.

A primera vista, el modelo de vida que nos propone mayoritariamente la sociedad actual seguramente es el más atractivo. Yo hago lo que me apetece, esto es lo que me hace feliz y por eso está bien, soy libre. Pero en mi opinión esta forma de vida es meramente instrumental, no busca el idealismo en la vida, esos grandes objetivos que van más allá del yo. La solidaridad, la paz, el amor incondicional, etc.
Y precisamente este modelo de vida es el que propone Jesucristo a través de su vida misma y sus enseñanzas. El llegar a ser como Él en vida, es decir, amar a todo al mundo como a uno mismo y esto sin duda que ¡no es nada fácil! ¡Por supuesto que no lo es! Pero aquí es donde entra precisamente en juego el amor de Cristo y la propia Iglesia creada por Él mismo.

Todos cometemos errores a lo largo de este camino de amor hacia al hermano y por lo tanto a Dios. Sin Su ayuda es simplemente imposible. Y un buen ejemplo son los Santos, quienes llevaron vidas que guiados por el amor hacía Él fueron capaces de aproximarse a aquello que nos pide Jesús. ¿Quién no ha oído hablar de San Francisco de Asís o de Santa Teresa de Calcuta? Te animo a que leas las vidas de estos extraordinarios hombres y mujeres que vivieron como nosotros en este mundo.

Que alegría saber que en esta vida mi objetivo es amar a Cristo, por lo tanto, amar a mis hermanos y así poder ser feliz! No es increíble que mi felicidad sea totalmente inclusiva junto a ti, que no exclusiva solo para mí.

No quiero olvidarme de que nuestra sociedad bebe de muchas corrientes e influencias distintas, pero es evidente que el cristianismo ha sido un actor central en la construcción y modelaje de nuestra comunidad. Que increíble es rezar en aquellas pequeñas ermitas construidas hace más de 1000 años por nuestros antepasados, que increíble es celebrar el significado real de la Navidad, la venida al mundo del Salvador, y que emocionante es observar y vivir tanta cultura, tradiciones y arte que surgen de la religiosidad popular. Y para ello, amigo, no es necesario creer, pero sí conocer.

Hermano, no te dejes llevar por los tópicos que existen hoy sobre la Iglesia y los cristianos, sino que pregunta sobre todo aquello que para ti no tiene sentido. Todo en la religión católica tiene una razón de ser y una cosa es clara, Jesús no vino a fastidiar a nadie sino a salvarnos ¡sé libre! ¡No tengas miedo de conocer!


                                                                            MARC MIRÓ i ESCOLA  Vía FORUM LIBERTAS

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