Translate

lunes, 18 de septiembre de 2017

LA IZQUIERDA EN LA TIERRA MEDIA

/TONI ALBIR
 
 
El reventón de Cataluña ha pillado a trasmano a la izquierda española. Les ha partido por el eje la hoja de ruta que habían trazado Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Después de las muchas vicisitudes de los últimos dos años, PSOE y Podemos estaban en proceso de recomposición de sus relaciones. Planeaban una acción política conjunta para hostigar a Mariano Rajoy y construir una alternativa de Gobierno en los próximos procesos electorales.
El estallido catalán ha dado al traste con esos planes y ha separado los caminos de los dos líderes cuando se habían dado una segunda oportunidad. Pedro Sánchez marcha junto a Rajoy en defensa de la legalidad constitucional que el independentismo se ha puesto por montera. Pablo Iglesias camina al lado de Ada Colau por una senda peligrosa en tanto que difícil de comprender para muchos simpatizantes de Podemos que no viven en Cataluña.
La alcaldesa de Barcelona y el secretario general de Podemos defienden el 1-O como una movilización ciudadana, obviando que los convocantes están llamando a los catalanes a un referéndum de independencia, no a una manifestación contra Rajoy. Y que lo hacen al margen de la ley, sin las más mínimas garantías democráticas.
No hay un Estado de excepción en España. Pero sí existe un periodo de excepción en el debate político español. Todo lo que no sea Cataluña se sitúa en el mundo de las tinieblas. Y todo lo que no sea llamar golpista a Puigdemont, también.
El delicado momento ha pillado a la izquierda sin un relato claro acerca del modelo territorial de España. Entre el realismo pétreo, sólido y firme del Estado de Derecho liderado por el PP y el realismo mágico del independentismo catalán liderado por Puigdemont, la izquierda quiere situarse en el limbo de la tierra media. En tiempos de normalidad, la tierra media sería un lugar ideal. En épocas de excepción, es un sitio que necesita prismáticos de mucho alcance para poder apreciar su existencia.
Naturalmente que es legítimo defender una España distinta a la que representa el PP. La España plurinacional tiene derecho a abrirse camino en el debate político porque existe. Hay millones de españoles que han votado a opciones que la representan. Pero ha de explicarse bien, con claridad y sin complejos. La Constitución de 1978 distinguió entre "nacionalidades" y "regiones". Y fue por algo. Cataluña, País Vasco y Galicia accedieron a la autonomía por un camino privilegiado -el artículo 151- en tanto que nacionalidades históricas. El PSOE construyó una cuarta nacionalidad histórica que fue Andalucía, a través de un referéndum que cambió el modelo pactado por los constituyentes. El concepto de la España plurinacional no es, pues, tan difícil de entender. Lo difícil de entender es que los socialistas se hayan dejado enredar en la pregunta de cuántas naciones tiene España sin ser capaces de responderla. O con respuestas de trabalenguas.
Ahora mismo, el 2 de Octubre se presenta como el más allá. Un lugar al que nadie sabe en qué condiciones llegará el país. De instalarse la excepcionalidad catalanaen la política española de forma permanente y obsesiva, ya puede la izquierda pensar en algo para salir del refugio de la tierra media.


                                                                          LUCÍA MÉNDEZ  Vía EL MUNDO
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario