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lunes, 25 de febrero de 2019

Del Mobile a la 'Cambra': los CDR y la ANC torpedean la economía de Barcelona

La ANC ha empezado a tener vida propia y abjurar de las proclamas que le llegan del Palau de la Generalitat. Así se desprende de la batalla por el control de la Cámara de Comercio de Barcelona


Los CDR protestan contra el rey Felipe VI en las calles de Barcelona. (Reuters)


“¿Cómo se va a percibir la modernidad de Barcelona en el Mobile World Congress en el que se van a exponer los avances de conectividad y movilidad asociadas a los vehículos, si las herramientas de esa movilidad están anuladas en los teléfonos que cada congresista tiene en su bolsillo? ¿Qué opciones de visibilidad y credibilidad tienen empresas automovilísticas como SEAT que presentan en este congreso sus plataformas de vehículos compartidos, en el foco de las iras de los taxistas?”, se pregunta un estudio sobre movilidad ciudadana elaborado por el Instituto Coordenadas (‘La crisis VTC expulsa a Barcelona de las ‘smart cities’ de Europa’).

Los asistentes al MWC 2019 que vienen de muy diversos y recónditos lugares para departir de temas tan avanzados como el despliegue de las redes 5G, se están encontrando con que no pueden coger ni un Uber ni un Cabify. Hoy día es imposible dar con coches de estas plataformas. Lo que sí resulta más sencillo, en cambio, es toparse con decenas de chicos embozados convocados por los Comités de Defensa de la República (CDR) cortando el tráfico y quemando fotos de Felipe VI entre pancartas de 'Stop Represión' y 'Borbones podridos'.

Los hay que son independentistas de lunes a viernes. Fichan a las ocho de la mañana el lunes y se quitan el imperdible amarillo al mediodía del viernes, cuando toca coger el todocamino para ir de fin de semana al Alto Ampurdán. Otros lo son de lunes a domingo. Veinticuatro horas, como las farmacias de guardia. Algunos van más allá e incluso renuncian a las vacaciones y a los domingos para defender más eficazmente la República catalana. Presumen y exhiben su independentismo hasta cotas insospechadas. En esta maratón frenética por ver quién es el más hiperventilado de todos, los chicos de los CDR se llevan la palma.


Felipe VI y el president Quim Torra, durante la cena de inauguración del Mobile World Congress. (EFE)
Felipe VI y el president Quim Torra, durante la cena de inauguración del Mobile World Congress. (EFE)

Las autoridades no controlan a los CDR, que son pocos y hacen la guerra por su cuenta. Pero tampoco a la Asamblea Nacional Catalana (ANC), más seria y mejor organizada. La ANC, artífice de las Diadas multitudinarias con Jordi Sànchez al frente, ha empezado a tener vida propia y abjurar de las proclamas que le llegan del Palau de la Generalitat. Así se desprende, al menos, de la batalla abierta por el control de la Cámara de Comercio de Barcelona.

Como Enric Crous no era lo suficientemente independentista, o no cumplía al menos con los requisitos eugenésicos exigibles por la ANC, la presidenta de la asamblea, Elisenda Paluzie, ha lanzado a su propio candidato a las elecciones de la ‘Cambra’. Se trata de Joan Canadell, fundador de Petrolis Independents y cofundador del Cercle Catalá de Negocis (CNN). En su lista figuran nombres tales que el actor Joel Joan o el gerente de CatGas, Pere Gran.

Lo curioso del caso es que Crous era el hombre en el que se había fijado la Generalitat para ocupar la presidencia de la Cámara de Comercio. No era su candidato oficial, ni había hecho campaña por él, pero la consejería de Empresa y Conocimiento que dirige Maria Àngels Chacón iba diciendo a quien quisiera escucharle que veía con buenos ojos su nombre e incluso la posibilidad de que se articulara en torno a su persona una especie de ‘Operación Spainair II’, esto es, que su figura sirviera para aglutinar a un grupo de empresarios secesionistas con recursos suficientes para hacerse fuerte en la Cámara y desplazar al entorno Caixa.

Como el 'hombre' de la Generalitat no cumplía con los requisitos eugenésicos exigibles, la ANC ha lanzado a su propio candidato para la Cámara

Crous dejó el cargo de consejero delegado de Cacaolat el pasado mes de enero –realmente fue Sol Daurella quien le puso las maletas en la calle- y abandonó el puesto de adjunto a la presidencia de Damm para centrarse en las elecciones pensando que, con la ayuda tácita de la Generalitat y el apoyo de la patronal FemCat, contaría con serias posibilidades de hacerse con la presidencia. Sin embargo, a escasas horas de que se cierre el plazo para la presentación de candidaturas, no está tan claro que vaya a ser así.

La ANC tiene hoja de ruta propia que ya no confluye con la del Govern. Como señalaba este fin de semana Joan Tapia, “el gobierno de Torra está perdiendo la conexión con la población, e incluso con su propio electorado”. Crous es ejemplo de ello. Mientras en el palacio de las Salesas de Madrid, los líderes secesionistas procesados reconocen que no hubo ni estructuras de Estado ni República, que todo fue ‘fake’, un farol al póquer, en Cataluña, en cambio, sigue habiendo miles de personas que se creen tocadas por un designio divino.


La consellera de Presidencia, Elsa Artadi (i), y la presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie. (EFE)
La consellera de Presidencia, Elsa Artadi (i), y la presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie. (EFE)

“Estamos enfadados con Paluzie. Llamamos a la ANC para decirla que se mantuviera al margen, que ahí no estábamos para hablar de independencia sino de economía y que su presencia podía contaminar el proceso, pero no nos hizo caso”, explican en la candidatura de Crous.

“La ANC cuenta con una guardia pretoriana de doscientas personas, gente ociosa, jubilados, que pueden ir tienda a tienda, empresa a empresa, para conseguir que vote quien nunca vota. El resto de candidaturas no contamos con estos voluntarios. Si los movilizan a todos, Canadell tiene serias posibilidades de ganar las elecciones”.

Hecho consumado tras hecho consumado, el independentismo se va haciendo con las instituciones económicas clave de Barcelona

Este lunes 25 de febrero concluye el plazo para la presentación de candidaturas. Además de Crous y Canadell, también acude a las elecciones Carles Tusquets, presidente de Banco Mediolanum. Es otro de los favoritos. El pasado viernes, reivindicó que el empresariado “no pueda ser instrumentalizado ni manipulado por ningún poder público”.

La elección a la Cámara de Comercio, acaso uno de los pilares vertebradores de la sociedad civil barcelonesa, no es baladí. Hecho consumado tras hecho consumado, el independentismo se va haciendo con las instituciones clave de la Ciudad Condal ante la pasividad del Estado español, que ni está ni se le espera. Sin prisas, pero sin pausa. La llegada a la presidencia de la Fira de Pau Relat (MAT Holding), nacionalista catalán al que se le excusa por ser solo un ‘pelín’ independentista, resulta paradigmático.



Solía decirse a modo de chascarrillo que la República catalana era cosa de ricos, una revolución hecha desde arriba para que pringuen los de abajo. Ahora no es solo un comentario de barra de bar sino que lo dicen también los informes científicos como el recientemente publicado por los profesores Josep Maria Oller, Albert Satorra y Adolf Tobeña bajo el título ‘Secesionistas versus unionistas en Cataluña: estados de ánimo, perfiles emocionales y creencias sobre secesión en dos comunidades enfrentadas’.

Según este estudio, cuyos resultados parten de un sondeo realizado por GAD-3 en marzo de 2018, la división entre independentistas y constitucionalistas va íntimamente ligada al nivel de ingresos. Los ciudadanos que tienen los salarios más generosos y aseguran “vivir confortablemente” cuando se les pregunta sobre sus finanzas son también los que más apoyan el secesionismo. Por el contrario, aquellos que tienen menos ingresos y responden que “tienen muchas dificultades económicas” se oponen frontalmente a la independencia.

Cuando a los encuestados se les pregunta si están “ilusionados” o si piensan que “el conflicto avanza en la dirección adecuada”, los secesionistas responden afirmativamente. Los unionistas, en cambio, se muestran más “cansados” y “confusos”. El sentimiento de “miedo” también prende más entre estos últimos que entre los primeros.

El relato de los que están arriba y detentan el poder se va imponiendo. Una mentira repetida mil veces, dicen, acaba convirtiéndose en verdad.


                                                                                 NACHO CARDERO  Vía EL CONFIDENCIAL

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