De nuevo el cortoplacismo de nuestros políticos arruina el acuerdo en
materia de pensiones, un fracaso difícil de entender si atendemos a la
urgente necesidad de reformas para sostener el Estado de Bienestar
Celia Villalobos (c), presidenta de la Comisión de Seguimiento y Evaluación de los Acuerdos Pacto de Toledo.
EFE
La política española suma un nuevo fracaso: la incapacidad de alcanzar un amplio consenso en el seno de la Comisión del Pacto de Toledo.
Un reflejo más de cómo los partidos políticos viven de espaldas a los
grandes retos que afronta España a medio plazo y a las recomendaciones
que realizan en diferentes aspectos socioeconómicos nuestros organismos
supervisores independientes, como el Banco de España o la AIReF.
España es uno de los países más longevos del
mundo, hecho explicado por el progresivo aumento de la esperanza de
vida, la caída de las tasas de fecundidad y la futura jubilación de los baby boomers a partir de 2024. Actualmente, la esperanza de vida
alcanza los 83,4 años, cinco más que hace dos décadas, situándose solo
ligeramente por detrás de la de Suiza (83,7) y Japón (84,1). Una
tendencia que se mantendrá, según la prestigiosa revista de medicina The Lancet,
dando lugar a que nuestra esperanza de vida media sea la mayor a nivel
mundial en 2040, hasta alcanzar los 85,8 años. Esta situación, si bien
es una buena noticia, conlleva consecuencias económicas directas sobre
la sostenibilidad del Estado de Bienestar ante la caída de la fuerza
laboral y el aumento del gasto en pensiones y en sanidad.
La
mayor longevidad no viene, sin embargo, acompañada de un aumento en la
natalidad que ralentice el envejecimiento poblacional. De ahí que en
2030 la población mayor de 67 años supondrá el 20,9% del total de la
población española, frente al 17,1% actual, retrocediendo la población
en edad de trabajar en un 6%. Esta evolución demográfica llevaría a que
el peso y el protagonismo de las cohortes de menos de 25 años continúen
reduciéndose, mientras que las de mayores de 67 años representarán el
doble en 2050, provocando que la ratio afiliados-pensionistas sea de 1
afiliado por cada pensionista, frente al 2,27 actual.
La actual falta de liderazgo, de realismo y de estabilidad política en España pone en riesgo la viabilidad futura de uno de los mayores logros de nuestra democracia
Ante este escenario la AIReF
ha advertido que hasta 2048 el gasto estructural del sistema de
pensiones aumentará entre 2 y 4 puntos del PIB, circunstancia que en
ausencia de reformas triplicaría su actual déficit, situándose el nivel
de deuda de la Seguridad Social en un 48,7% del PIB, frente al 4,5%
actual, con graves consecuencias en la cohesión social y en el
equilibrio intergeneracional.
Por tanto, no se entiende el cortoplacismo de
nuestros políticos ante la magnitud del reto y sus consecuencias sobre
el crecimiento económico y la sostenibilidad del Estado de Bienestar. El
sistema de pensiones español requiere de una reforma estructural que
permita adaptar su diseño a las nuevas circunstancias demográficas,
solución que pasa por establecer un sistema mixto de reparto y
capitalización, vincular la actualización de las pensiones al
crecimiento económico del país, crear mecanismos que permitan alargar la
vida laboral del talento senior o incentivar fiscalmente el ahorro
privado. Todas ellas medidas que se han adoptado en países como Suecia,
Países Bajos e Islandia, donde prevalece la visión de largo plazo y el consenso cuando se trata de aspectos clave para la sociedad en su conjunto.
La
actual falta de liderazgo, de realismo y de estabilidad política en
España pone en riesgo la viabilidad futura de uno de los mayores logros
de nuestra democracia: el Estado de Bienestar. La situación a la que
asistimos en el Pacto de Toledo ejemplifica las palabras de Luke Kemp, experto en riesgos de la Universidad de Cambridge: “Las grandes civilizaciones no son asesinadas, sino que se suicidan”.
ALICIA CORONIL Vía VOZ PÓPULI
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