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martes, 26 de febrero de 2019

POR QUÉ LOS POLÍTICOS TE HABLAN COMO SI FUERAS IDIOTA

- Un estudio de las universidades de Texas y Princeton, uno de los más ambiciosos hasta la fecha, prueba que la retórica simple de los políticos actuales es parte de una tendencia que se ha prolongado durante el último siglo: del pensamiento analítico se ha pasado a la emoción

- La ampliación de la base de votantes y la transformación de los medios de comunicación ha cambiado el lenguaje; menos preposiciones y artículos y más verbos y pronombres


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/VÍDEO: NACHO MORENO



Una noche de junio de 2015, en una de tantas crisis existenciales de Podemos, Íñigo Errejón tuiteó lo siguiente: "La hegemonía se mueve en la tensión entre el núcleo irradiador y la seducción de los sectores aliados laterales. Afirmación - apertura". 4.300 retuits. Sólo unos días antes, durante un acto electoral en Sevilla, Mariano Rajoy, entonces presidente del Gobierno, resumía la mejora económica del país como sólo él sabía hacer: "España es una gran nación y los españoles muy españoles... y mucho españoles". Ovación en la sala.

Entre un mensaje y otro apenas hay unas semanas de diferencia y quizás un siglo de historia de la comunicación política revuelta entre un caso y el otro. Entre el mitin de toda la vida y las redes sociales, entre el análisis más elitista y la más básica de las emociones, entre el argumento esnob y una completa bagatela.

La retórica aparentemente simple del ex presidente, un fantástico orador capaz de analizar a la vez la crisis de Cataluña con aquello de "un plato es un plato y un vaso es un vaso", no es ninguna rareza. Tampoco lo es, por ejemplo, el aparentemente inigualable estilo de Donald Trump en la Casa Blanca y su "make America great again". Todo forma parte de una tendencia en el ámbito de la comunicación política que arrancó hace un siglo y que ha viralizado (nunca mejor dicho) por todo el planeta.

Si hace cuatro años un trabajo del Boston Globe demostraba que el lenguaje del presidente de EEUU era tan básico que hasta un niño de 9 años lo podía comprender sin dificultad, ahora un complejo análisis elaborado por expertos en lingüística y psicología de las universidades de Texas y Princeton ha confirmado que Trump no es una extravagante excepción en la historia, sino el último síntoma de un proceso histórico. Los políticos de todo el mundo han ido abandonando el discurso racional y el pensamiento analítico y han decidido dirigirse a los votantes con mensajes simples y elementales que sólo transmiten seguridad y emoción.

El trabajo, liderado por la estudiante Kayla N. Jordan, editado por el psicólogo Steven Pinker, uno de los intelectuales más influyentes del mundo, y publicado en la prestigiosa revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), ha analizado más de 33.000 textos de todos los presidentes de Estados Unidos desde finales del siglo XVIII, así como intervenciones en debates, entrevistas, campañas de primarias y discursos. También mensajes de líderes internacionales y contenido publicado en medios de comunicación, más de 5.000 novelas, 12.000 subtítulos de películas y más de dos millones de artículos del New York Times o transcripciones de programas de la CNN. Jamás se había hecho un estudio tan ambicioso.
Cada texto se ha revisado palabra por palabra para trazar el retrato robot del mensaje. "Los antiguos estudios psicológicos nos dicen que la organización de ideas de forma lógica, jerárquica y compleja se asocia con el uso de más artículos y preposiciones. Y quienes organizan sus ideas de manera más informal y simple, confiando más en las historias, usan más pronombres, verbos auxiliares y adverbios", explica Kayla N. Jordan desde el departamento de Psicología de la Universidad de Texas. "En los líderes políticos, podemos ver las mismas diferencias. Algunas figuras políticas comunican sus ideas formalmente y se enfocan en ideas y conceptos mientras que otras lo hacen de manera más informal y se enfocan en personas y acciones. En nuestro estudio, encontramos que todas las figuras políticas se están comunicando cada vez más de manera más informal, más narrativa".

Traducido al español: cuando un político utiliza preposiciones, conjunciones o adverbios enunciativos como "posiblemente" o "seguramente", o expresiones como "por lo visto" o "al parecer" está elaborando un discurso racional en el que se establecen relaciones lógicas entre lo que uno plantea y sus consecuencias. Sin embargo, cuando tiende a utilizar pronombres, sustantivos y verbos es porque lo importante ya no son las razones sino las cosas, las personas, los hechos. "España va bien". Y punto.

El estudio es fácilmente extrapolable a nuestro país. Por ejemplo, en Texas y Princeton han analizado especialmente el uso de los pronombres personales. Así, aquellos políticos con mayor capacidad de influencia tienden a utilizar el "nosotros", mientras que los líderes más inseguros abusan del "yo".

"El político que emplea el nosotros lo que hace es intentar transmitir que hay un montón de gente que le sigue, que tiene la seguridad de saber que los demás van a estar de acuerdo, que lo que él piensa lo piensa cualquiera", explica Inés Olza, investigadora de Lingüística de la Universidad de Navarra. Es el "yes we can" de Obama, la "América real" de Trump o el "nosotros somos la España que madruga" que repite ahora la derecha española. "Por contra -insiste Olza- si estás más inseguro de ti mismo y lo que quieres es reafirmarte, hablas más en primera persona del singular. Pedro Sánchez, por ejemplo, tiende mucho al "yo"".

"Lo que están haciendo es una concentración en contra de mi persona", dijo Sánchez tras la reciente manifestación de Colón. "Lo que yo estoy haciendo como presidente es resolver una crisis de Estado".
Hablábamos antes de un trabajo del Boston Globe que aplicó a los discursos de los candidatos americanos un algoritmo que medía la complejidad de sus textos en función del número de palabras por frase y el número de sílabas por palabra. Inés Olza lo aplicó en 2015 a nuestros políticos en un trabajo para Papel y el resultado decía que el lenguaje de Rajoy lo podía entender un niño de 12 años y el de Pedro Sánchez, uno de 13.

"Esto no significa que nuestros políticos sean más tontos ahora que antes ni que el votante sea más simple", matiza la investigadora. "Seguramente Donald Trump no tiene el nivel intelectual que sugieren sus mensajes. Él es sólo el paradigma de una tendencia que nos dice que para tener éxito hoy en día hay que presentarse así, con un lenguaje muy sencillo y con un alto nivel de seguridad en lo que dices, sea cierto o no".

En su libro Sin palabras ¿Qué ha pasado con el lenguaje de la política (ed. Debate), el periodista Mark Thomson, presidente del New York Times, aseguraba que el éxito de Trump dependió en gran medida de la creencia de que era un hombre franco que no tenía nada que ver con el lenguaje convencional de la política. Un sondeo de Fox News reveló, de hecho, en 2015 que el 44% de los votantes americanos y un 62% de los republicanos creían que Donald Trump decía "las cosas como son". Vox presume de lo mismo en España, de ser un partido "de extremo sentido común".

"Lo último que quiere Trump es que su público piense que recita un guion preparado", escribe Thomson en su libro. "Trump habla como si la verdad y las políticas correctas fueran evidencias palmarias, mientras que esos supuestos y sabios consejeros que afirman que el mundo es un lugar complicado y que la actividad política consiste en abordar esa complejidad son idiotas o están a sueldo de alguien. (...) Su estilo deja de lado cualquier clase de inteligencia retórica".

¿Cómo hemos pasado de los complejos discursos de Roosevelt o Churchill a las bravuconadas del actual inquilino de la Casa Blanca? ¿Qué ha pasado entre Azaña y Abascal?

El estudio publicado en PNAS señala varios factores, principalmente la transformación de los medios de comunicación (desde los discursos impresos en los periódicos a las stories de Instagram) y la ampliación de la base de votantes con la incorporación de los jóvenes y las mujeres. "Es una paradoja del éxito de la democracia que ocurre desde los tiempos de Platón", explica Steven Pinker a Papel. "Los líderes políticos tienen que dirigirse a un grupo mayor de votantes cada vez y esto no lleva a una mejora de la calidad de su comunicación, sino a una mayor simplicidad y emocionalidad. Y esto no tiene nada que ver con sus habilidades comunicativas, sino a su necesidad de conseguir votos".


La evolución es evidente. Se aprecia claramente en la Antología del discurso político que publicó en 2016 Antonio Rivera, historiador y catedrático de la Universidad del País Vasco y ex diputado socialista. 130 intervenciones de líderes de todo el mundo, desde las proclamas de Zhöu Göngdàn en el año 1036 antes de Cristo a los mítines multimedia de Barack Obama. "La sociedad de masas y sus instrumentos de comunicación, lejos de complejizar los procedimientos, nos ha llevado a la simplificación de los discursos", explica Rivera. "Los políticos de la sociedad tradicional de élites se dirigían a dos docenas de personas, ahora hablan para millones. Y, como decía (el líder socialista) Indalecio Prieto hace un siglo: a los mítines no se viene a dar clases de politología, sino a animar las pasiones de los tuyos. No se puede gestionar la multitud con procedimientos del siglo XIX".

Rivera radiografía ahora la trampa de los nuevos tiempos. Cada vez tenemos más información, tenemos acceso a un mayor número de fuentes en todo el mundo con un solo clic y nuestras posibilidades de descubrir las aristas de cada asunto son casi infinitas, sin embargo la tendencia que marcan la política y los medios de comunicación nos reduce la realidad a lo que cabe en un tuit. "La sociedad actual no propicia un discurso para escucharlo sentado, sino un discurso de cuatro referencias, el canutazo de 20 segundos, los 140 caracteres, el mensaje político que dure lo que dura un anuncio de yogures".

- ¿Han sido los medios de comunicación los que han destruido el lenguaje político?

- Lo fácil es culpar a los medios o a los políticos, pero hay que insistir un poco en que el ciudadano tiene infinitas posibilidades a mano y no las usa por pereza, por falta tiempo o por ausencia de inquietudes.

En plena metástasis del populismo, la pregunta es hacia dónde nos lleva el nuevo discurso. Los autores del estudio creen que la situación política en todo el mundo va a ayudar a perpetuar la tendencia simplista. Y esto no es necesariamente negativo. "No se trata de que los políticos nos hablen como si fueran Tarzán o que nos tomen por idiotas, pero la tendencia a una simplificación es bastante consistente. Esto permite democratizar el discurso y abrir los espacios públicos de debate, pero también nos lleva a los polos, al blanco o al negro, y ahí es normal que emerjan los extremismos", alerta Inés Olza.

"El futuro nos condena a insistir en esto", comparte Antonio Rivera. "Desde luego no va a volver el señor con levita a soltar discursos griegos con 14 referencias eruditas. El modelo de simplificación se intensifica en los escenarios más ruidosos y todos los partidos tienes que pasar por ahí. Porque hoy, si tú no anuncias tu yogur en 20 segundos, el cliente llega a la estantería y no sabe qué yogur eres".


                                                                                  RODRIGO TERRASA  Vía EL MUNDO

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