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jueves, 7 de febrero de 2019

REHENES


/JAVIER BARBANCHO


Históricamente los nacionalistas han tomado rehenes para conseguir sus objetivos. Lo han hecho con Gobiernos de izquierdas y de derechas necesitados de apoyo para, por ejemplo, sacar adelante sus Presupuestos. Históricamente también esos Gobiernos maniatados han hecho siempre lo posible para demostrar que no eran rehenes de nadie. Hoy, cuando el nacionalismo catalán ha llevado hasta el último extremo su razón de ser, la autodeterminación y la independencia, y hace años que tiene secuestrado no a un Gobierno, sino a un país, no hay disimulo posible para un Ejecutivo entregado. Que quieren un mediador independiente para negociar una salida política...: concedido.

Cree Carmen Calvo que es "sensato tener espacios de diálogos ordenados", y un "relator" ayuda a ello. ¿Cuánto de insensato tienen un Congreso de los Diputados o un Parlament que no se reúne para ser sustituidos por una mesa de partidos ordenada por un "mediador independiente"? Es el Govern quien tiene los rehenes y quien pone las condiciones, una mediación "para negociar en igualdad", es decir, Estado y sublevados de tú a tú. La vicepresidenta ha abierto el casting del relator: Ha de ser mujer (ya me dirán), bilingüe (catalán/castellano), que conozca bien la realidad política catalana (qué menos), con una economía saneada (dice Calvo que debe estar dispuesto a trabajar por amor al arte) y con dominio del Microsoft Office: Outlook (para hacer convocatorias), Powerpoint (para resumir lo avanzado), Word (para dar fe de lo hablado) y Excel (por si sale a colación lo de los Presupuestos). El permiso de conducción clase B y el nivel medio de inglés hablado y escrito no son imprescindibles.

Ni pizzas ni coca-colas, ninguna concesión para los rehenes, pero sí más exigencias, las veintiuna peticiones de Torra a Sánchez hechas públicas a modo de vacile tras ser conocido que se aceptaba la del negociador. Un pacto de Estado para solucionar el conflicto entre España y Cataluña, las denomina la Generalitat. Un acuerdo de futuro en el que la palabra franquismo aparece en seis de las demandas, fascismo en otras tres, que reclama hacer efectiva una política de fosas comunes, y en el que se lleva la palma la petición número 11, culmen de la mofa del independentismo catalán: "Frenar el deterioro de la imagen de España en el mundo". ¿?... No sólo somos rehenes de unos descerebrados, también del que negocia con ellos.


                                                                                  RAFAEL MOYANO  Vía EL MUNDO

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