/ANDRÉS MARTÍNEZ CASARES /REUTERS
Entre esas libertades, la de prensa es la primera que quiere segar Maduro. Por eso fueron detenidos varios periodistas -entre ellos tres compañeros de la agencia EFE- y retenidos en la siniestra sede de los servicios de inteligencia bolivarianos con el fin de aterrorizarlos y evitar que levanten acta de la ola de represión que se está desatando en la hora más crítica del régimen.
También ayer, y bajo el liderazgo del presidente Antonio Tajani, el Parlamento Europeo formalizó su reconocimiento de Guaidó como presidente interino de Venezuela. Por una abrumadora mayoría, los representantes de los europeos aprobaron la propuesta impulsada por el Partido Popular Europeo. "Pedimos a los estados miembros y a la alta representante que hagan lo mismo cuanto antes a fin de tener una posición única y fuerte", afirmó Tajani, que llamó a Guaidó para comunicarle la noticia. Guaidó lo agradeció y añadió una significativa apelación: "A la espera de los países de Europa". Por eso causa bochorno el incomprensible afán del Gobierno de Sánchez por demorar el reconocimiento de Guaidó hasta el lunes, según anunció Josep Borrell. Dos días después de que pudiéramos celebrar al fin que de la boca de Sánchez saliera la palabra «tirano» para definir con toda propiedad al tirano, nos encontramos con el retorno de la modulación discursiva, ese cálculo medroso que solo sirve para regalar tiempo extra al dictador y sustraer ánimos a su democrática oposición. El tiempo verbal de ese reconocimiento hace ya días que no debería conjugarse en futuro, pero este Gobierno sigue haciéndolo, escudándose en una pretendida responsabilidad que solo camufla tacticismo e inoperancia burocrática. Responsabilidad es la que ha exhibido Tajani con los venezolanos oprimidos.
El Grupo de Contacto anunciado por Europa para asesorar a Guaidó en la ardua tarea del restablecimiento institucional y la celebración de elecciones libres es una magnífica noticia. El compromiso de los demócratas no puede circunscribirse a la retórica de una declaración parlamentaria, sino que debe ir mucho más allá para rescatar a los venezolanos de la infame tiranía.
EDITORIAL de EL MUNDO
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